Se trata de un museo creado por el estudio Sauerbruch Hutton, fundado en Berlin por el alemán Matthias Sauerbruch y la británica Louisa Hutton, y del cual también es parte fundamental el argentino Juan Lucas Young - egresado de la FADU-UBA y radicado hace años en Alemania-.
La muy sutil envolvente del Museo Brandhorst, en Munich, surgió como una alternativa ante la prohibición de hacer piel de vidrio, a causa del rebote acústico sobre la cuadra. El museo alberga las piezas de arte contemporáneo de un coleccionista particular que las cedió al estado federado de Baviera a cambio de que este construyera el museo, y el proyecto Sauerbruch Hutton gano el concurso internacional.
En este proyecto, la fachada rompe la contundencia maciza del contenedor, cuya volumetria estaba parcialmente prefigurada por el master plan de reconstrucción de la ciudad tras la Segunda Guerra Mundial. La piel se resolvió en barras de cerámica verticales de distintos colores sobre un soporte de perfilería metálica formando una suerte de ondas horizontales.
"El efecto óptico que se consiguió es que la variedad de colores se fusionen en uno solo, que cambia de lejos o de cerca, o según el angulo del observador, es como un gran cuadro abstracto en si mismo", explica Young.
La búsqueda que llevo a encontrar esta solución no tuvo ningún modelo previo por el cual guiarse. Fue un proceso de experimentación que llevo a realizar una obra de varias capas y tramas superpuestas en las que se combinan elementos verticales y horizontales. La capa inferior esta compuesta por una subestructura de soporte y el aislamiento térmico, que a su vez esta recubierta con largos paneles plegados de acero microperforado, dispuestos horizontalmente, en dos colores alternados de todos cobrizos. Sobre estos se dispusieron 36.000 varillas cerámicas vitrificadas de 23 colores, que al superponerse con el sustrato producen una sensación visual a la que Young define como de "oscilación y desmaterializacion de la envolvente".
El edificio cuenta, ademas de las salas de exposiciones, con un bar y una sala de exposiciones especial en el segundo nivel.
Se puede señalar el contraste entre los colores fríos y apagados de la planta baja- azul, rojo, verde- y los colores cálidos y encendidos del primer piso - amarillo, naranja-. Esto ayuda mucho a la visual del edificio a la distancia, es claro que el museo llama la atención ni bien se visualiza.
Para finalizar la redacción me gustaría aconsejar al lector, que si tiene la suerte de pasar por Munich a lo largo de su vida, se detenga un rato a analizar la obra. No me caben dudas de que el edificio les dará una lección de estética, buen gusto y originalidad, que en muy pocos lados se ve.
Muy interesante! La rebeldia del diseñador al pensar la fachada tiene un resultado impactante, y el juego de colores lo hace muy dinamico. Ojala pueda algun dia ir a visitarlo como aconsejan..
ResponderEliminarGenial la idea que surge a partir de la negativa del vidrio.
ResponderEliminarA pesar de tener una geometría simple la fachada le da un peso visual importantísimo.
Muy bueno!
Saludos