Un matrimonio acaudalado que vivía con sus tres niños en una hermosa y antigua casa de Burdeos disfrutó durante muchos años pensando en cómo construirse una nueva. Se divirtieron imaginando sus formas, colores y a quién elegirían como arquitecto. De repente, el marido sufrió un accidente de coche en el que casi pierde la vida. Desde entonces y hasta su reciente muerte él ha necesitado una silla de ruedas y, con ella, su hermosa casa y la ciudad medieval de Burdeos se convirtieron en su prisión. La familia volvió entonces a pensar en la nueva casa, pero esta vez de muy diferente forma.
La circulación en la nueva casa.
El matrimonio compró una colina con una vista panorámica de la ciudad y se citó con el arquitecto holandés Rem Koolhaas en 1994. "Contrariamente a lo que usted pudiera esperar", dijo el marido al arquitecto, "no quiero una casa simple. Quiero una casa compleja, porque la casa definirá mi mundo".
En lugar de diseñar una casa con una sola planta que facilita los movimientos de la silla de ruedas, el arquitecto sorprendió a la familia con la idea de una casa en tres niveles, uno encima de otro. La planta baja, mitad excavada en la colina, acomoda la cocina, la bodega, la habitación de la televisión, y se abre al patio de entrada. Los dormitorios de la familia están en la tercera planta, construida como una caja de hormigón rosado oscuro. Entre estos dos niveles se ubica la sala de estar con sus paredes de cristal desde donde se contempla el valle del río Garona con la perfilada silueta de Burdeos.
La silla de ruedas tiene acceso a estos tres niveles por medio de una plataforma elevadora del tamaño de una habitación de 3m x 3,5m que, en realidad, es una oficina bien equipada. Debido a su movimiento vertical, la plataforma es parte de la cocina cuando está en la planta baja; se funde con el suelo de aluminio del nivel intermedio y, cuando se eleva hasta la última planta, crea un espacio de trabajo en el dormitorio del matrimonio. De la misma manera que se podría interpretar la silla de ruedas como una extensión del cuerpo, la plataforma elevadora creada por el arquitecto era una parte indispensable del cliente minusválido. Esta extremidad construida le otorgaba más posibilidades de movimiento en la casa que a cualquier otro miembro de la familia, hasta el punto de sólo él tener acceso a dependencias como la bodega o a libros colocados en los estantes de policarbonato de una biblioteca de tres pisos de altura que acompaña el recorrido de la plataforma.
Experimentando la casa.
Rem Koolhaas diseñó una casa compleja en sí misma, y excedió lo convencional en cada uno de los detalles. Así, por ejemplo, de los tres soportes sobre los que descansa toda la planta superior, uno de ellos, el cilindro que incluye una escalera de caracol, está localizado fuera del eje central. Aunque este desplazamiento le confiere una inestabilidad a la casa, la estructura recupera el equilibrio mediante una viga metálica sobre la cubierta que mantiene tensado a un cable de acero anclado al terreno. La pregunta inmediata que se hace el visitante es: ¿Qué pasaría si se corta el cable? Koolhaas ha concebido una estructura que representa la propia experiencia del cliente, también pende de un hilo.
La disposición de la casa concede al nivel intermedio la visión ininterrumpida del entorno, efecto que se intensifica con el acabado en acero inoxidable pulido del cilindro de la escalera, que lo hace desaparecer en el reflejo del paisaje. Este nivel intermedio es en realidad un balcón sobre el que flota el piso superior, una casa de cristal que permite a la silla de ruedas confundir la naturaleza exterior con el interior de la vivienda. Por el contrario, desde la última planta, el mismo paisaje recibe otro tratamiento. La visión de éste es restringida y predeterminada al estar enmarcado por ventanas circulares situadas conforme a la posición del cuerpo al estar de pié, sentado o tumbado.
Dentro de la vivienda, la familia experimenta las interpretaciones que Koolhaas hace de la inestabilidad y las dualidades de la vida. Por lo que se refiere al marido, él ya vivió esta inestabilidad y llegó a ser parte de él mismo. Al igual que el cordón umbilical pertenece tanto a la madre como al feto que nutre; la plataforma elevadora conectó al marido con la casa y le ofreció una liberación.
Nota. Sentimos una gran pena cuando, a principios del 2001, supimos de la muerte del dueño de la vivienda.